Trozos de Vida XXII

No os creáis que salía corriendo a buscarme, no, no. Se quedaba tan pancho y yo cabreada me iba para casa, no sé que iba a hacer con este hombre y no es que fuera tímido pues para otras cosas era muy lanzado.  Aunque la falta de conversación a casi todos los niveles, te da una idea de lo poco que se da a conocer la persona, no podía ser tan primitivo. Ahora sí, iba dónde yo le dijera, se dejaba llevar.Lo cierto es que no le conocía bien, no se dejaba. Me llamaba para preguntarme porqué me ponía así y si había llegado bien a casa y se quedaba tan tranquilo. Algo había que hacer al respecto.




Mientras comencé a trabajar en la casa  nueva, la señora Teresa me puso al corriente de mis quehaceres diarios, no comía con ellos, yo en la cocina que para eso era del servicio y cada vez que necesitaban algo me llamaban con la campanilla, sí, lo que leen. Eran chocante y antiguo, pero eran de clase social alta y lo hacían así. Había una cosa que me daba mucho asco del señor Pascual y era entrar en la habitación para limpiarla y ver en la mesita de noche el vasito de agua con la dentadura postiza en remojo, tenía que apartar la vista de allí con rápidez, sino el estómago me daba vueltas. Salvo eso y manías que tienen las personas mayores, me trataban bien y ellos contentos.




Continuará....






Manuela García 10/08/2019

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