Trozos de Vida XXI

El tiempo afianzó nuestra relación, comencé a quererle más, a estar más unidos hasta que llegó el momento de entregarme a él. Sucedió en su casa, no estaban sus padres. Me sentía muy nerviosa y apurada me tenía que mostrar tal y cual era, siempre había tenido un poco de complejo con mi cuerpo ya que me operaron de los pulmones cuando era pequeña y tenía unas cicatrices. Cuando era adolescente pensaba que por eso a lo mejor los hombres no me iban a querer, pues no era una mujer "normal", pero entonces me di cuenta de que todos esos temores eran infundados, pues cuando un hombre te ama las cicatrices no las ve, te ve a ti. .Fue bonito pero dolió un poco. Me sentía pletórica e ilusionada.

 

Habíamos dado un gran paso y cada vez que se podía procurábamos estar juntos, ya sabéis cualquier lugar confortable o no era una oportunidad para descubrir de nuevo nuestros cuerpos, íbamos aprendiendo juntos porque estaba acostumbrado a todo muy rápido y así no disfrutábamos los dos.  Hablábamos para conocernos mejor, bueno hablaba yo, Roberto no tenía conversación y siempre tenía que ser yo quien pensara de qué hablar, no era muy culto además de pocas palabras. Al contrario que yo que me gustaba una buena conversación y no los silencios prolongados. A veces de rabia le dejaba plantado en el pub de turno y me iba para casa.




Continuará...




Manuela García 05/08/2019







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