Día 54 Primera Incursión en Metro

Fotografia: Manuela García



Hoy a surgido un imprevisto 
he tenido que ir al centro, al dentista.
Desde que empezó todo esto,
he vivido clausurada en mi barrio
no necesitaba desplazarme pues
no se podía salir, metro y autobús
olvidados para mí.

Mi querida Tmes Bonificada
por 9,95 euros, está bloqueada
hasta que no abran el Punto TMB,
no hay nada que hacer.

Bajo al metro y muy dispuesta
voy al expendedor, que me ofrece
la Tarjeta Casual identificada,
o sea solo la puedes usar tú.

A mi la Casualidad no me gusta,
y mucho menos el PVP que le han puesto,
11, 35 euros me pide la boca abierta
del engendro.

Rauda voy a entrar al metro por la flecha
verde, pero no ocurre nada- me digo- ¿qué pasa?
sigo y busco otra flecha verde, lo mismo, 
no entiendo nada y van ahora tres, mosqueada.

De repente algo en mi cabeza  
me recuerda que si no meto la tarjeta
sería extraño que me dejara pasar.
Me hablo, como otras veces, a mi misma
pienso, como juega la memoria conmigo.

Bingo, problema resulto y sonrió.
Ayyyyy, cabecita en 55 días 
te han hecho hasta olvidar.

El convoy prácticamente vacío,
un usuario en cada esquina, 
para no contagiar, hace fresquito
el aire acondicionado. funciona, ya.

Llegada a destino, silencio total,
creo que viajo sola, pero los demás están
parecemos fantasmas, presencia, nada más.

Yo que subía ascensores,
ahora no me verán entrar,
cojo las escaleras mecánicas
cruzo al otro andén, es un atajo
para salir por la calle Pelayo.

El punto TMB solitario, sin luz,
sin empleados, eso sí información
muy valiosa por escrito, otro parón.

Salgo al centro, es otra decepción
también está desierto, no hay encanto 
ni bullicio, así es más fácil ver
lo anodina que resulta Barcelona.

Lo mal cuidadas que están sus calles
y llenas de suciedad, al pavimento le falta uniformidad,
El Eixample donde yo vivo, aún peor está.

¿Dónde está el brillo de esta ciudad cosmopolita?
Creo que con tanta gente, tantas prisas, correr,
no vemos, ni nos fijamos en nada.

Vivimos en nuestro pequeño mundo cotidiano
vivir para que llegue el viernes y no trabajar,
el fin de semana, de copas, de cena, de comilona,
y por la noche a bailar, a ligar y a pasarse de rosquilla..

A casa a dormir la mona y la semana comienza otra vez.
Comprobado está que sus gentes, hacen ciudad,
pero hay que ser conscientes también, que no todo
está hecho bien y nosotros tenemos mucho que ver.


Fotografía: Manuela García






Manuela García 06/05/2020
Impresiones sobre el confinamiento por COVID19













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