Aeropuerto zona Llegadas. Fuente Internet
Sentada en el avión, junto a la ventanilla no podía creerme que el que había sido mi mundo, hasta ahora, desaparecía de mi vida volviendo a mi lugar de procedencia donde me esperaba mi familia. Les había avisdo del regreso e irian a buscarme mis padres, al pequeño aeropuerto de la ciudad. Relmente tenía unos nervios y mariposas en el estómago, mi casa, pero no lo era.Era un lugar extraño para mi, dónde lo unico que encontraría serían reproches y tristeza. Contenta por mis hermanos, con ellos me llevaba bien, lo único que mis dos hermanos mayores, Jerónimo y Luna, ya se habían casado y tenían su propia vida. Y no me podrían defender o hablar con ellos enseguida que lo necesitara, en realidad con quién más hablaba era con Luna, siempre estuvo de mi lado y existía un feeling entre nosotras que pocos tienen, a ella le contaba todo como si fuera una amiga del alma.
Los 50 minutos del trayecto pasaron en un suspiro y ya llegamos a destino. Mi tierra en cuanto al clima era inhóspita, pasabamos de crudo invierno al verano más caluroso. Las estaciones, otoño y la primaver no existían apenas.Cuando bajé del avión un viento desagradable me recibió y la temperatura, no tenía nada que ver con Formentera. Mis pasos se dirigieron a la entrada donde justo estaban las cintas para recoger el equipaje, el traqueteo era casi el unico sonido en la sala y en un breve espacio de tiempo llegó mi maleta, que recogí con mal agrado, luego tenía que cruzar la puerta de LLEGADAS y al abrirse un montón de personas apiladas detrás de una cinta miraban a los pasajeros que la atravesaban, en busca de su familiar, amigo. Por mi parte ya localicé a mis padres sus caras no auguraban nada bueno Nos dimos un beso, papá me cogió la maleta, me preguntaron que tal mi herida, no mejoraba. Iremos al medico de familia, comentó mi madre. Montamos en el coche y hasta llegar a casa, no dijimos ni un sola palabra.
Continuará...
10/12/2020
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