Ayer, día 53 de la pandemia, no me me dio
tiempo a escribir, lo que siento.
Los días ahora pasan aún más rápidos, para mí.
Antes de tener carta blanca para salir a la calle,
de eso hace solo tres días. Ya eran así mis días.
Cortos, bajo una rutina presidencial,
la vida en compartimentos,
Las salidas reguladas dan para un calendario.
ahora toca esto, ahora lo otro.
Y yo tachando casa día de más,
que también era de menos.
Es verdad que uno se acostumbra a todo.
Se pierde la sensación del tiempo.
¿Quién inventó eso?
Pierdo la noción del reloj, si bien es cierto
que la escritura ocupa una parte importante
de ese, al que llamamos tiempo.
Para mí, lo más difícil de llevar, la limitación
espacio-tiempo. No poder caminar más e irme
donde quisiera, el rato que quisiera.
Tener que mirar de reojo, a la policía
todos los días, bajo presión de multa, encima.
Cómo está la economía.
Me parece el descaro del miedo.
Ahora que se abrió la veda,
un ingente tropel de atletas deportivos
sobre todo y caminantes, abarrotan las calles.
Me gustaba ver algún día, no 50,
las calles vacías, tranquilidad, mi calle
que da a una gran avenida y entrada
desde muy temprano al tráfico rodado,
permanecía en silencio.
Qué alegría, pero ya se notan los ruidos
y las emisiones de los coches.
Por la tarde a las 20 horas, la ciudad cambia
como de la noche al día.
Un tropel de deportistas se lanzan al asfalto
no existe separación de un metro, ni ellos
lo echan en falta. Correr, correr, antes que se acabe
el día.
Transito por calles secundarias,
hay mucha menos gente y voy más tranquila.
Observo mi barrio y si algo me llama
la atención disparo mi cámara.
Me encuentro en mi caminar, gente
de todas las edades, los más mayores
con sus guantes y mascarilla, juventud
hay de todo, con protección, sin ella,
solo la mascarilla, solo los guantes
y las distancias son cortas.
Sobre todo Paseo San Juan y Gran Vía.
Que siendo anchas sus aceras, el gentío
se desplaza hacia el Arco de Triunfo.
Yo sigo por mis secundarias.
Oyes hablar, agarrarse de la cintura,
qué ganas de enredarse,
ahora será más fácil.
Camino cerca de una hora
que me parece corta, pero acabo
bastante cansada, este cuerpo
necesita relax y buenos alimentos.
Me voy a casa, que agobio
de guantes y mascara, !que calor¡
madre mía, quiero llegar a mi hogar
este encierro ha conseguido, que me guste más.
Manuela García 05/05/2020
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