Trozos de vida XIV

Ahora comenzaba la búsqueda de la autoescuela, dónde yo vivía anteriormente era una ciudad pequeña, residíamos casi siempre en el mismo barrio, aunque nosotros nos cambiamos dos veces de casa. Allí todo el mundo se conocía. En nuestro edificio había un vecino que trabajaba de profesor de prácticas se llamaba Luis mi padre habló con él, era de mediana edad y yo me puse en sus manos .La escuela estaba cerca de casa y el trato con  mi padre fue que si yo obtenía el permiso de conducir me compraría incluso un coche pequeño para dar mis primeros pasos, él tenía un taller de coches y podía conseguir uno que estuviera bien, a buen precio. Yo estaba que no cabía en mí de contenta, iba a ser la primera mujer en mi familia que tuviese carné porque antes esto era solo cosa de chicos.


El primer día fui a clase, la autoescuela estaba situada en la carretera, había caminando unos quince minutos desde mi casa. Mi profesor hacía ambas cosas daba clases teóricas  y prácticas. No era muy grande, mejor, así estaríamos mejor atendidos a la hora de las dudas y preguntas. A mi todo lo que explicaba los primeros días me sonaba a chino, más bien era un aburrimiento pero pronto me dí cuenta que salvo algo concreto que no entendieras, era cuestión de estudiar, hincar codos y hacer muchos tests. Aunque estudiaba mucho y hacia test, test, test.. me costó aprobar la teórica hasta tres veces con lo que eso suponía económicamente, mi padre no estaba muy contento conmigo y eso que era buena estudiante.




Continuará...





Manuela García  23/07/2019

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