Trozos de Vida XVI

Ya tenía el carné en la cartera y ahí estaría durante mucho, mucho tiempo hasta que pudiera comprarme uno con mis ganancias. Seguía trabajando en las labores domésticas con los chicos universitarios y la verdad me trataban muy bien, amables y educados. La madre venía una vez a la semana a verlos y les traía comida casera hecha por ella y repartida en tapes para congelar, así sabía lo que comían y yo cocinaba un menú concertado, también me evitaba cocinar tanto. Le caía bien. Seguía con la mecanografía pero hacía trampa ya que no había que mirar las teclas y lo hacía, aun así  soy rápida escribiendo aún teniendo que mirar. Y la costura sólo era para hacer patrones de momento, quedaban muy lindos pero a mí no me gustaba coser, en realidad era para matar el tiempo.


Seguía saliendo con el grupo de amigas, nos juntábamos nueve. Lo difícil que era ponerse de acuerdo para ir a divertirse, al final para acabar hasta molestas unas con otras. Finalmente con el tiempo el grupo se disolvió, quedamos Rosa y yo. Ella era la hermana de mi cuñado, nos entendíamos bien entre nosotras, fáciles de amoldar. Solíamos ir de vez en cuando a un bar en el centro de la ciudad que se llamaba Aguabrava, allí descubrimos el champán rosado, antes no era fácil de encontrar; un rato después de estar allí nos dimos cuenta que dos chico no nos quitaban la vista de encima. Finalmente uno se acercó pues me conocía de la librería, nos dimos a conocer y de  repente empezó a darme unos achuchones, era muy efusivo pero se pasó, estaba un poco templado, a mí esas cosas no me gustaban, quiero decir esas confianzas de buenas a primeras, no eran de mi agrado. Se llamaba Eduardo y haciéndole señas de que se acercara vino el otro chico, resultó ser su primo de nombre Roberto, no era muy agraciado físicamente, parecía un poco tímido, nos dio dos besos y comenzamos a hablar.




Cotinuará...








Manuela García 25/7/2019




No hay comentarios:

Publicar un comentario