Trozos de Vida XXVII

La peor parte la habíamos superado, mis padres, que eran muy rígidos. Aunque mi padre nunca me dejaba salir de noche, de vacaciones, de camping,.. vaya nada, a las 22 horas en casa, ni aún teniendo pareja. Lo hacia porque me quería mucho y para protegerme, pues solo consiguió que de vez en cuando le mintiera en connivencia con mi hermana mayor, salía ella por la noche y yo me  quedaba con mi sobrina, no me dejaban alternativa y menos mal que nunca se supo, ni ocurrió nada. Yo ya era mayor de edad pero daba lo mismo, me decía mi padre,  mientras vivas  en mi casa harás lo que yo te diga. Punto. Pues está vez yo tenía opinión y dinero ¡claro! que si no no hubiera podido ir.


Hablar con las padres de él fue un poco más  sencillo, aunque les preocupaba que pasara algo ya que Roberto en cierta forma era una parte responsable de mi, les explicamos nuestros planes y lo comprendieron, también fueron jóvenes alguna vez. Con su bendición, más tranquilos. Por mi parte hablé con los señores de mi trabajo y les dije que en un mes me marchaba de viaje, tenía que dejarlos, no les gustó mucho la noticia porque ya me habían cogido cariño, les dije que podía presentarles una amiga de confianza y muy limpia y que me quedaría hasta el último día. Se lo expliqué a Rosa que en ese momento no tenía trabajo que si le interesaba, aunque ellos algo tendrían que decir. Quedamos un día y les gustó mucho y mira otro asunto arreglado por partida doble.



Continuará....




Manuela García 01/09/2019




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