Llegamos a la isla, qué aguas más
cristalinas, arena blanca y el mar qué transparente, se veían los peces. Lo
primero que hicimos fue recoger nuestro equipaje, yo estaba mareada y nos
fuimos a una cafetería a tomar un poleo menta, lo único que me calmaba el
estómago y Roberto estaba como si tal cosa, no se mareaba nunca en los
barcos. Que suerte, ¡el jodio!. Una vez hecho el impás teníamos que ir a los
apartamentos designados en San Fernando dejar el equipaje y presentarse en el
hotel. Cogimos un autobús pues estaba un poco alejado de nuestro alojamiento,
era un hotel de cinco estrellas en primera línea de mar y aquella zona era un
poco rocosa. Llegamos me presento a Mauricio, se alegró de ver de nuevo a
Roberto, dijo que era muy guapa y le guiñó un ojo. Le acompañamos a recepción
dónde le entregó el planning de trabajo de todo el mes. Allí mismo coincidió con otros amigos con los que había trabajado antes, se saludaron y nosotros nos marchamos a conocer nuestra casa y desahacer las maletas. ¿Cómo sería?
Continuará...
Manuela García 19/09/2019
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