Trozos de Vida XXXIII

Regresamos a nuestro nuevo hogar, era en la segunda planta, el encargado de los apartamentos nos facilitó las llaves. Cuando entramos encontramos una pareja en el comedor eran nuestros vecinos -compañeros de piso y Roberto enseguida fue a saludarlos pues eran amigos aquí en la isla. Se llamaban Rocío y  Néstor, se abrazaron efusivamente y luego me presentó a ambos como su novia. Rocío era andaluza, se le notaba mucho el acento, tenía el pelo rizado a caracolillos y Nestor era de piel muy morena, parecía gitano. La sensación a la primera vista era buena, otra cosa convivir. Después de conversar un poco sobre el viaje. Nos enseñaron el piso, nuestra habitación tenía dos camas separadas, ya las juntaríamos luego. Estaba las paredes llenas de fotografías grandes de ídolos, sobre todo cantantes y tenía una ventana que nos entraba mucha luz, pero con una mosquitera, allí esos bichos eran grandes y te hacían unas ronchas en la piel enormes, yo los llamaba "violeros", eran muy agresivos


Teníamos que compartir el comedor, el baño y cada uno se compraba su comida. Limpiar cada uno su parte de la casa, no había balcones, perfecto, se estaría seguro a la fresca mucho mejor que en casa. El clima era muy diferente a mi ciudad, era húmedo y estabas todo el día sudando. Rocío tenía a su madre que ya era mayor, trabajaba de gobernanta para los últimos años de la jubilación. Lo mismo hicieron los padres de Roberto en su momento y ya de paso se lo llevaron a él que estaba en edad de trabajar, además de que en casa solo no lo iban a dejar. El paisaje era muy seco, tierra que parecía polvo, muchas higueras y gatos por doquier. Después de las presentaciones a descansar, lo teníamos merecido.



Continuará....






Manuela García 01/10/2019






No hay comentarios:

Publicar un comentario