Trozos de Vida XLIII

A pesar de todos los "no" yo seguía adelante, no me desanimaba. Tenía que haber un sitio para mi en esta isla. Cuándo coincidíamos en casa con nuestros compañeros Néstor y Rocío  hablábamos del tema. Los comerciantes, dueños de hoteles, alojamientos, etc.. ya habían previsto el personal adecuado para la temporada, salvo contingencias de bajas inesperadas, estaba todo muy atado, después vendría la temporada de verano que era fuerte. Las Islas Baleares y sobre todo Ibiza y Formentera siempre estaban llenas. La verdad tenían de todo, tranquilidad en los pueblos de playa y si querían  marcha, bullicio, discotecas, todo esto y más en Ibiza. Desde luego yo de camarera nada, querían personal con experiencia, no había que olvidad que el hotel era de lujo. Así me dedique a buscar en el comercio pequeño.


Ya todo se convirtió en rutina, me iba adaptando a los horarios del hotel, veía poco a Roberto, pero al menos dormía con él. Íbamos algunas noches a tomar algo a las terrazas de San Fernando, hablábamos con los compañeros y uno de esos días Néstor le ofreció a Roberto un porro y él tan tranquilo se lo cogió y le díó unas caladas, yo me quedé de piedra. No sabía que fumaba porros, delante de ellos tomé valor y pregunté si él fumaba, dijo sí, porque me gusta. Puse una cara de sorpresa y le solté que yo no salía con personas que fumaban drogas, me levanté de la silla como un resorte, enfadada y me fui a casa muy disgustada, Roberto al verme comenzó a llamarme Lidia, Lidia, pero yo no quería escucharle.





Continuará....


Manuela García 14/11/2019









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