Destino: 3 Senegal

Ese día pasó entre containers, ciudadanos, encuestas y de vez en cuando Lucia pensaba en Ousmane, ahora a larga distancia podía discernir con más claridad, lo cierto es que era muy atractivo. No se quería hacer ilusiones, pero pensaba en que ojala la llamara. En otras ocasiones  cuando daba el teléfono a un desconocido al final todo el interés se quedaba en nada. Pero ella deseaba que así fuera, que se hiciera real esa primera llamada y por un momento su boca se abrió con una sonrisa solo de pensarlo. Hacía jornada partida en el trabajo. Se iba corriendo cada la mañana  entraba a las 09:00 pm tenía que coger dos medios de transporte, el metro, el autobus y luego caminar hasta el local (punto diario de encuentro con todos sus compañeros y coordinadora). Allí en la reuníon se hablaba de las nuevas campañas, qué compañero iba con quién, aunque se solia tener el mismo  una semana, salvo circunstancias inesperadas y una misma ruta  hasta las 14:00 pm. Volvía a las 16:30 pm pero no al local sino a un punto de encuentro de la zona que la tocaba. Todo el día corriendo y caminando.

Fuente: Internet

Había bastante control por parte de la empresa, aunque no te vieran fisicamente por la tarde, tenían una tablet donde introducían los datos de las encuestas y al encenderlo sabían si había llegado puntual o no, y en qué punto de la zona asignada se encontaba. Muy rígidos a la hora de merendar algo, se tenían que ir a calles poco transitadas para comer y que el ciudadano no te viera. Hacer tus necesidades, en bibliotecas, centros lúdicos, casales, si había un centro médico en la zona y en último caso a un bar, pidiendo permiso al dueño o camarero, como vestían de verde y ponía Ayuntamiento, la mayoría de veces los dejaban entrar sin tomar nada. Otras len negaban el paso, si no consumían. Solían ser los bares regentados por ciudadanos chinos y eso daba una rábia. No podían negar a nadie, ni ellos ni ningún otro establecimiento o bar la entrada para hacer tus necesidades, pero se pasaban esta ley por donde querían. Tampoco se podía fumar, en eso Lucía no tenía problema, pues no fumaba. Y al acabar la jornada a las 20:20 pm. ni un minuto más ni menos había que coger el bus en el punto más cercano para volver a la montaña, donde estaba ubicada la oficina, si es que se la podía llamar de esa manera, a un cuarto metálico, sin sillas suficientes para sentarse, el suelo servía y comentar como había ido el día, ruegos y preguntas. Os podeis imaginar qué ilusión.



Continuará

Manuela García 27/01/2020






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