Una flor enorme de color rosa y hermosas hojas tropicales
donde
la luz entra por la claraboya,
ayer
treinta de julio me regaló una sorpresa,
tenía
las puertas abiertas.
Un candado tradicional fuerte, pendía
de una cadena que casi llegaba al suelo.
Un candado tradicional fuerte, pendía
de una cadena que casi llegaba al suelo.
Se
apareció dándome la bienvenida.
¿Qué
había dentro?
Un
invernadero, después de tantos años
tuve
la oportunidad de verlo y siendo
usuaria
de este espacio singular y natural,
donde
grandes momentos pasé.
Entre
sus zonas verdes, leyendo.
Bajo
las sombras de sus árboles,
escuchar
música, hacer pic-nics.
Admirar
el templete lleno de músicos,
en
el programa del Ayuntamiento
con Música en los Parques, en verano.
Simplemente
una cerveza, un acercamiento,
conversación,
incluso bailes africanos.
Lugar
de arte natural, cultural y musical,
hasta
danzas e irte de viaje a otras tierras.
Estaba
sola, era yo su única admiradora.
A
solas con la naturaleza.
Cuatro
pilares de vigas de hierro forjado,
una
grande en su centro y dos más pequeñas
de
costado con cinco arcos aguantan, la claraboya.
Dentro
árboles inmensos, altos, con hojas gigantes
rebosaban a cada lado, diferentes especies de vegetación
flores,
frescor, cuidados, bancos con estilo,
para
descansar y admirar sus tesoros.
.
Un
juego de claros y oscuros que pende
de
su techo, recrea la penumbra de los
bosques
tropicales y subtropicales.
La
entrada a otro mundo inexplorado.
Apartado
del mundanal ruido y la polución.
Nunca
ví un lugar así. El ohhh. mi única palabra.
y
mis ojos se hacían grandes a cada instante.
No
me extraña que lo abran solo
de
08:00 a 14:30 de la tarde.
A
eso se llama, Preservación.
Texto y Fotografías:
Manuela García 30/06/2020
NOTA: Proyectado por Josep Fotseré
y
construido por Josep Amargós.
(1883-1887)
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