Trozos de Vida Continuación nº LXXVI

Fotografía: Fuente Internet

Lo primero la iglesia que es la que tiene las peticiones a largo plazo. Nos podíamos casar en la iglesia de mi barrio, todo más sencillo, pero a mi me hacia ilusión la otra. Fuimos a hablar con el párroco y le expresamos nuestra dificultad. Tenía que ser como muy tarde en el mes de marzo, porque de la empresa hotelera le solían avisar para el puesto en abril, tenía que estar disponible. Miró si era posible una fecha en ese mes y afortunadamente para nosotros había una el 21 de marzo, buen mes, haría frío, solo pedíamos que ese día no lloviera, pues este clima, podría estropear un poco nuestro enlace, porque no luce igual, el vestido se puede ensuciar. Pero el tiempo como muchas otras cosas de la vida no se pueden controlar. Era el paso más importante, ya teníamos iglesia y los adornos corrían de nuestra cuenta, tenían un precio que dejamos allí depositado. El restaurante más típico para bodas era El Tobogán, su comida era excepcional, muy conocido en Salamanca. Fuimos a preguntar si había fecha libre para celebrar la boda en ese día, nos dijo que sí, después de mirar la agenda; pero necesitaban saber el número de comensales. Nos díó dos semanas para comunicarlo. Eso era cuestión ya de las invitaciones, otra cosa de la que había que ocuparse, elegirlas, ensobrarlas, enviarlas, también estaba la llamada. Los trajes de boda cuestión de madres. ¡Cuantas cosas para preparar la boda! Pero a parte del agobio, estaban la ilusión y alegría que producía el evento. Mis padres me harían un regalo por la boda que sería el dormitorio completo. Por supuesto algo muy importante, desde el enlace hasta que la empresa hotelera llamase a Roberto, tendríamos que vivir en algún sitio y solos, por supuesto. Había que buscar un piso de alquiler, a poder ser económico.


Continuará...


Manuela García

23/12/2020


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