Foto original de la novia. Autora: Manuela García
Ya estaba todo preparado con respecto a la boda, los invitados, la iglesia, los trajes de ambos, el restaurante, el altar decorado con sus flores, los padrinos y casi todos los familiares, amigos que invitamos acudieron a celebrar y ser testigos de nuestro enlace. Los nervios a flor de piel. Si leéis estas líneas las parejas ya casadas, saben de qué hablo. El día 22 de marzo amaneció con el cielo azul despejado, el día antes había estado lloviendo, y nos regaló el Universo un día precioso, eso sí hacía un frío, en las tierras centrales de Castilla y León el clima es muy diferente al de Barcelona. Allí no hay la estación de la Primavera, se pasa directamente al Verano. Nieve, carámbanos, heladas y temperaturas por los suelos. Ya nos conformamos con el azul que brillaba para nosotros. Nos preparamos, hicimos fotos en el hogar materno, soy de una familia extensa de siete hermanos. Siempre estábamos acompañados, pero había otras cosas de las que carecíamos. Quería mi propia familia pero llena de amor, ese que nosotros no tuvimos. Por tradición llegaba primero el novio a la iglesia y la novia le hacía esperar un rato, a ver si viene...Una tontería, cuando salí del portal las vecinas ya estaba ahí atentas para darme la enhorabuena, en las ciudades pequeñas esto era de lo más normal. Qué frio hacía. Entre los nervios y la temperatura me temblaban las piernas y así fue como coincidimos en la iglesia, rodeados de nuestras familias para darnos dos palabras, eran más, pero las más importantes eran SÍ, QUIERO.
Continuará...
28/01/2021
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