Es alentador y hasta fresquito
caminar por las calles de Poblenou
dada la cercanía con el mar.
Si además le sumas el interés creciente
que provoca en mí, la expresión de su
cultura urbana, graffitis, pinturas
en vallas, muros, puertas, persianas,
de una calidad extraordinaria.
Con un tipo de rebelión por parte
de los habitantes de este barrio barcelonés
ante la burbuja inmobiliaria y los intereses
monetarios de los inversores y dueños del suelo.
Mucho solar industrial abandonado, derribados
sus muros con las máquinas dispuestas a erradicar
todo vestigio del pueblo que clama alto y claro.
Sigo caminando por sus calles, muy cerca
la Rambla de Poblenou, que no tiene nada
que ver con el resto del entorno, personas, terrazas,
y más terrazas e fila, tiendas abiertas en domingo,
gente mayor llenando los bancos, turistas, gente
y más gente, chiringuitos por doquier.
Muy cerca el mar, la vida.
Con cámara en mano bajo temprano
y voy en busca de tesoros perdidos
en el tiempo. Todo allí es peculiar
y me siento descubridora de un mundo
que antes fue mucho mejor y está
a punto de desaparecer.
Las dos caras de Poblenou.
Sala cultural: CALABRIA66
Fotografía y Poesía: Manuela García Cano
08/07/2019
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